El 28º Festival de la Huasteca arrancó con todo y sin esperar a que el público llegara a un solo lugar. El banderazo se dio con “Nuestra Huasteca Queretana”, un espectáculo que prendió plazas y jardines en Peñamiller, San Joaquín, Jalpan de Serra, Tolimán, Arroyo Seco, Pinal de Amoles, Landa de Matamoros y la capital queretana. Música, zapateado, colores y tradiciones se dejaron ver al mismo tiempo en ocho municipios, como si toda la región hubiera decidido comenzar la fiesta al unísono.

Este arranque marca el inicio formal del festival, que del 20 al 23 de noviembre tendrá su sede en Jalpan de Serra. Y no llegará solo: portadores de tradición de Puebla, San Luis Potosí, Hidalgo, Tamaulipas, Veracruz y Querétaro se darán cita para compartir música, danza, prácticas comunitarias y esa herencia que cada estado carga como parte de la Huasteca que comparten.

En medio de este ambiente festivo, la secretaria de Cultura del estado, Ana Paola López Birlain, presentó el libro “La Huasteca, cuerpos de maíz”, una obra que reúne voces de músicos, danzantes, artesanos, curanderos, gestores culturales y estudiosos del tema. El libro viaja por rituales ligados al maíz, prácticas de medicina ancestral y una gastronomía que, más que alimentar, narra historias y celebra la vida. Nada de discursos académicos fríos: más bien, una invitación a escuchar las voces de quienes mantienen vivas estas tradiciones.

El banderazo simultáneo buscó que la Huasteca queretana se sintiera presente en cada rincón posible. Y lo logró: el eco del violín huasteco, del baile y de los colores se multiplicó en cada municipio participante, dejando claro que la región tiene mucho qué mostrar antes de que el festival siquiera llegue a su sede oficial.

Así arrancó el festival: con alegría, con tradición y con una red de comunidades que se suman desde distintos puntos del estado. Lo demás —los encuentros, las presentaciones, las convivencias culturales— llegará en Jalpan de Serra. Pero el mensaje ya se lanzó: la Huasteca está más viva que nunca.